El propósito (VI): el reconocimiento

n11_El reconocimiento

El nuevo ciudadano que emerge en la nueva era, la era de la sostenibilidad, se le ha titulado con el nombre de “ciudadano moral”. Y para desarrollarse como tal, para ser respetado y aceptado y tener “licencia social para operar”, debe elegir y definir un propósito que le guíe.

En artículos anteriores se han analizado casi todos los elementos que componen el propósito: la misión, la pasión, la vocación y la profesión. En el presente artículo se analiza el último elemento que lo compone: el reconocimiento.

El reconocimiento supone la culminación de la misión que define el propósito. Pero, según el alcance y desarrollo a la que una persona pretende dar a esa culminación, existen diferentes niveles de consecución de los objetivos marcados. De forma general, se proponen los siguientes:

  1. Nivel bajo: se persigue sentirse bien con lo que haces, en lo profesional haciendo lo necesario, lo que se te pide que hagas. En lo personal se colabora de forma esporádica pero consciente, con alguna entidad sin ánimo de lucro para ayudar a la comunidad.
  2. Nivel medio-bajo: se persigue sentirse bien con lo que haces, pero se da un plus adicional, un valor añadido para mejorar y para crecer en tu desarrollo profesional. En lo personal la colaboración con entidades sin ánimo de lucro es más sostenida y participativa.
  3. Nivel intermedio: se persigue dignificar el trabajo propio y el grupal, del entorno más cercano. Se valora qué se hace, pero también el cómo se hacen las cosas. Y se desarrolla también a la hora de elegir la colaboración de forma activa de entidades sin ánimo de lucro con un objeto social concreto.
  4. Nivel medio-alto: se persigue ser un verdadero generador de valor, que implica la adopción de responsabilidad y competencia de gestión en lo profesional, y también en lo personal, implicándose en campañas y en acciones concretas para la mejora de la comunidad local y global.
  5. Nivel alto: lo que se persigue es intentar cambiar las cosas, el funcionamiento de realidades concretas, buscando nuevas opciones, alternativas y enfoques. Se proponen y argumentan nuevas vías de acción y actuación, en lo profesional y en lo personal.

A partir de estas propuestas de alternativas según el alcance en el cumplimiento de la misión que guía el propósito del nuevo ciudadano, se puede llegar a concretar cuál ha sido el propósito finalmente alcanzado por la persona, con independencia de si se ha cumplido o no con el objetivo inicialmente marcado.

Por tanto, encontraríamos la siguiente categorización de propósitos alcanzados:

  1. Ser un ciudadano correcto => “ser aceptado”.
  2. Ser un ciudadano solidario => “ser participativo”.
  3. Ser un ciudadano ejemplar => “ser reconocido”.
  4. Ser un ciudadano líder => “ser seguido”.
  5. Ser un ciudadano referente => “ser agente de cambio”.

No hay predicciones que indiquen lo que uno va a elegir “ser”. Al final, la culminación del propósito, que es el reconocimiento, supone analizar también los otros elementos del propósito, su interiorización, su aplicación y su adaptación a la persona, al medio, al entorno, a las circunstancias, a las emociones y sensaciones y a las necesidades y expectativas. La tarea es ingente, pero al final, todo se resume en tomar decisiones, a partir del análisis de todo lo anterior.

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