Los valores (VI): honestidad y honradez

En una época de cambio de paradigma, una de las principales preocupaciones radica en nuestro modelo de crecimiento, y se enfoca cada vez más a una “era de la sostenibilidad” donde se cuidan no sólo los aspectos económicos, sino también los ambientales y sociales.

Para ello los ciudadanos deben comprometerse a contribuir al desarrollo sostenible, en sus actuaciones y conductas, pero también en sus diferentes roles y relaciones.

Es en este contexto que nace un nuevo ciudadano, que desde aquí se propone con el nombre de “ciudadano moral”, y se preocupa por tener un propósito que le guía: la contribución al desarrollo sostenible.

Para ello se dota de una serie de valores, que constan en un código que se explicó con anterioridad en el presente blog, con la propuesta de título siguiente: “eticismo”.

Dicho código consta de 10 valores duales. El sexto valor dual es el siguiente: “honestidad y honradez”.

La honestidad significa tener la cualidad de honesto. Ser honesto implica ser, por un lado decente, razonable y justo; por otro lado implica ser probo y recto.

La honradez significa tener rectitud de ánimo, integridad en el obrar. Por lo tanto, ser honrado implica proceder con honradez.

A efectos de contribuir al desarrollo sostenible, el nuevo ciudadano debe incorporar este valor dual, sin ningún tipo de restricción, fisura, reserva, ahorro ni esfuerzo; por lo tanto, implica su incorporación en toda su plenitud y extensión.

Ello se debe a las innumerables bondades que emanan de las definiciones de los términos analizados, en concreto, la capacidad de tener la máxima probabilidad de sumar a la causa, al propósito del nuevo ciudadano, a muchas personas que, por diferentes motivos (sectores vulnerables, culturas diferentes, prejuicios y estereotipos, ideologías políticas restrictivas con el bien común, etc.), no tenían a ningún referente al que poder acudir.

Los argumentos, la exposición de las ventajas, incluyendo la necesidad de cambio de paradigma, en aspectos tan sensibles como el consumo, en la producción, en la gestión de lo sobrante, la compra pública, etc., son aspectos que, si se tratan con este valor dual, generan mucho más impacto.

Promover acuerdos, alianzas, proyectos, equipos de trabajo, etc., con el propósito de contribuir al desarrollo sostenible, se deberá proceder con rectitud y decencia (honestidad) y con rectitud de ánimo e integridad (honradez).

El convencimiento de “convencer con el ejemplo” es, en este caso concreto, totalmente aplicable. Y es conveniente aplicarlo, no sólo en los aspectos que afectan a la economía, también en los que afectan al planeta y a la sociedad en su conjunto.

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