Una nueva conciencia (VI): producción

En la nueva era, denominada aquí cómo “la era de la sostenibilidad”, a partir de una de las características que lo definen, promueve la contribución ciudadana al desarrollo sostenible. Este objetivo provoca la aparición de un nuevo ciudadano, aquí propuesto con el nombre de “ciudadano moral”.

El nuevo ciudadano al contribuir a la consecución de este objetivo, se dota de una nueva conciencia, basada en su comportamiento y repercusión de su quehacer diario en los aspectos social y medioambiental.

Una de las implicaciones que conlleva esta nueva conciencia se materializa en la forma de producción, lo que provoca tener en cuenta la nueva realidad y la consecución del objetivo propuesto antes reseñado.

En esta “nueva producción”, el ciudadano, dentro de una organización, tiene el rol de ser proveedor de productos y/o servicios a la sociedad. Ello implica el tener en cuenta los siguientes aspectos:
Aplicar criterios de decisión que minimicen los riesgos sociales y medioambientales.
Gestionar toda la cadena de valor, y aplicar los criterios anteriores en la misma.
Aplicar la ética y la transparencia en sus operaciones.
Informar y comunicar a toda la sociedad, segmentada en diferentes grupos de interés.
Reportar la rendición de cuentas que informe sobre el impacto de su actividad.
Permitir el escrutinio de los diferentes grupos de interés.
Gestión de los riesgos a nivel global, para su control, minimización e incluso eliminación.
Oportunidades que ofrece la digitalización, las TIC, el Big Data, el IoT, etc.
Efectuar procesos y procedimientos que contemplen aspectos sociales y medioambientales.
Promover desde el interior (cultura de empresa) hacia el exterior, esta forma de producir.

Este decálogo de buenas prácticas en materia de producción para la contribución al desarrollo sostenible, es posible a partir de esta nueva conciencia ciudadana, preocupada por dotarse de productos y/o servicios que generan un valor a la sociedad que sigan estas premisas.

En el artículo anterior se mencionó que, además de existir productos y organizaciones concretas que contribuyen a este objetivo común que es el desarrollo sostenible, existen organizaciones que pertenecen a sectores de la economía que en su ADN llevan incorporado esta contribución en su propósito. Entre ellas se mencionaban las cooperativas, las cadenas híbridas de valor, las empresas de la economía social y colaborativa, etc.

Por lo tanto, el nuevo ciudadano dotado de esta nueva conciencia, se preocupa de la forma de producir, transportar, almacenar, informar, comunicar, vender, relacionarse, etc., con los consumidores y usuarios de los productos y/o servicios ofertados a la sociedad.

Y, en último término, la sociedad deberá tener la posibilidad de establecer un escrutinio a la empresa para poder validar la contribución de la misma al desarrollo sostenible.

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