Este es el primer artículo de una serie de seis, que va a tratar sobre la temática referida a: ”La cultura de empresa”.
Cuando hablamos de cultura empresarial aparecen como ideas inherentes a este concepto las relacionadas con aspectos como los valores, las creencias, las conductas, las costumbres y los comportamientos.
Si se profundiza un poco más, se puede llegar a tratar aspectos como las relaciones, el saber hacer, el talento, la creatividad o la experiencia.
Las implicaciones que tiene la cultura empresarial definen los objetivos a perseguir por aquélla. Se proponen los siguientes implicaciones con sus correspondientes objetivos y metas.
1. Cómo actuamos: se definen aspectos tales como los valores, la conducta y el comportamiento; también las costumbres adquiridas.
2. Cómo operamos: se define el “modus operandi”, el “know-how” (procesos y procedimientos) y las necesidades operativas.
3. Como nos relacionamos: se definen las claves de la buena convivencia y de resolución de conflictos, tanto a nivel interno como externo. Afecta a los grupos de interés.
4. Cómo nos explicamos: se definen aspectos relativos a la transparencia y la confidencialidad en la información y la comunicación a proporcionar a los grupos de interés.
5. Cómo nos organizamos: se definen estructuras de trabajo, jerarquías, áreas de competencias (negocio, geográfica, etc.), así como los derechos y las obligaciones.
6. Cómo decidimos: se definen aspectos tales como la gobernanza, el estilo de liderazgo y la efectividad y perdurabilidad de las decisiones que se toman.
La repercusión directa de una cultura empresarial definida se constata en una serie de aspectos de categoría intangible. Entre otros, se proponen los siguientes:
– Propósito: objetivos a alcanzar por la realización del objeto social.
– Satisfacción: incremento en los empleados y en los clientes, principalmente.
– Eficiencia: mejor grado de cumplimiento de los objetivos marcados por el propósito.
– Reputación: mejora de la opinión de los grupos de interés y, en general, de la sociedad.
– Imagen: asociación positiva de la misma con la empresa, a partir de su posicionamiento.
– Competitividad: mejora de la misma por, entre otros, los elementos anteriores.
La repercusión indirecta de una cultura empresarial definida, una vez han aparecido los aspectos intangibles anteriores, se convierten en aspectos tangibles tales como:
– Incremento de la cuota de mercado.
– Referencia en el mercado.
– Mayor probabilidad de sinergias y alianzas.
– Mejor acceso a vías de financiación.
Por lo tanto, se comprueba que la definición y gestión de una cultura de empresa es un asunto relevante para cualquier organización y, por tanto, estratégico.
Desde Responsablia, como consultoría especializada en asesoría, formación y sensibilización en materia de RS&S, Responsabilidad Social & Sostenibilidad, ayudamos a incorporar e integrar en la estrategia de la organización la RSC y, en concreto, a definir las claves que deben conformar la cultura de empresa en la organización, para ser compatibles con un propósito responsable y sostenible.