El nuevo ciudadano, en este blog denominado “ciudadano moral”, tiene un propósito que le guía. Con anterioridad se han mencionado los elementos que componen el propósito: la misión, la pasión, la vocación, la profesión y el reconocimiento.
En los artículos anteriores se explicaron la misión y la pasión. La misión supone la definición del propósito y la pasión supone el motor que necesita la misión para poder llevar a cabo el propósito.
En el presente artículo se analiza el siguiente elemento del propósito: la vocación.
Mirando el significado del término, encontramos que se define como “la inclinación a emprender una actividad cuando todavía no se han adquirido todas las aptitudes y conocimientos necesarios”.
Al igual que la pasión, la vocación es un elemento actitudinal del propósito, y ambos se complementan para poder llevar a cabo la misión que define el propósito que guía al nuevo ciudadano. Así tenemos que:
- La pasión => la fuerza del corazón como fuente de energía.
- La vocación => la fuerza de la razón como fuente de motivación.
El nuevo ciudadano encuentra su vocación a partir del análisis de multitud de factores internos y externos, con múltiples consultas a personas cercanas y no tan cercanas, con solicitud de opiniones e ideas, con una investigación y un análisis previos, así como la búsqueda de referentes, de la historia previa de su propuesta de vocación así como la previsión de futuro y otras consideraciones que tiene en cuenta. Serían las influencias externas que el nuevo ciudadano analiza.
A nivel interno, a la hora de buscar su vocación el nuevo ciudadano evalúa su crecimiento interior y, debido a su dualidad, evalúa también su aportación al mejoramiento de la comunidad con la que convive.
El razonamiento de estas influencias externas e internas, hacen que al final el nuevo ciudadano encuentre su vocación, con una razón de ser bien construida, analizada y que supone la fuente de motivación necesaria para emprender el camino elegido.
Puede ocurrir que la vocación sobrevenga de manera innata, es decir, un día una persona puede descubrir y comprobar que “uno ha nacido para esto” o “se me da bien hacer esto”. Ello implica una ausencia del análisis anterior, o al menos su mínima expresión evaluativa. Aquí la variable “talento” es la que prevalece por encima del razonamiento detallado con anterioridad.
A partir de la vocación, con la ayuda imprescindible de la pasión, se podrá definir la misión que definirá el propósito que guía al nuevo ciudadano. Y con la obtención de los conocimientos, competencias y habilidades, el nuevo ciudadano obtendrá la profesión que llevará a la práctica la vocación.
Puede ocurrir que el proceso sea a la inversa, se suele dar en los casos con una misión con muy alta carga ética, en el que la vocación es única e indiscutible. Pero el nuevo ciudadano, a partir de la información que tiene a su alcance, con las influencias ya analizadas, elige el camino que quiere recorrer.
Y en su camino se preocupará de conocer a referentes, a ayudantes, a sus iguales y, en definitiva, todas las personas que le puedan ayudar, complementar y mejorar. Pues es mejor estar bien acompañado en la ardua tarea que supone desarrollar a lo largo de la vida el propósito que uno se ha marcado.