2.- Visión general sobre la Pandemia y la reacción empresarial a la misma
El riesgo se ha desarrollado en toda su intensidad, se ha mostrado devastador, no sólo a nivel de letalidad, sino en forma de colapso de las economías nacionales y, por tanto, de la economía mundial.
Con independencia de lo acertado en la actuación llevada a cabo por los diferentes países y sus gobiernos, con unos resultados desiguales en cuanto a personas afectadas y mortandad de la población, se han tenido que tomar medidas de confinamiento de forma generalizada que han cambiado nuestra forma de vida. Nunca antes nos había pasado algo parecido.
Las consecuencias a nivel poblacional han sido la de una reconversión del día a día de las personas, tomando medidas preventivas y de protección a la hora de salir a la calle, ya sea para ir a trabajar o para la realización de la tarea indispensable por excelencia que es la del abastecimiento personal y familiar. Fundamental es el guardar la distancia de seguridad entre personas, no permitir ningún tipo de contacto directo y tomar unas medidas de higiene básicas pero imprescindibles: lavarse las manos de una forma específica y desinfectar todo lo susceptible de poder contener el virus.
Respecto a la afectación a las empresas, es evidente que ha sido desigual, según el sector de actividad que, en criterios sanitarios extremos derivados por la pandemia, se difieren básicamente en dos tipologías: por un lado, los sectores de actividad que son esenciales y los que no lo son; por otro lado, los que pueden desarrollar su actividad desde casa y los que no pueden.
Los que han parado su actividad han utilizado casi en su totalidad la fórmula del ERTE, Expediente de Regulación Temporal de Empleo, con una regulación normativa específica por motivo y causa de la pandemia. Los trabajadores afectados no podrán ser despedidos en función de esta fórmula excepcional, como dato más sobresaliente.
Por lo que respecta a las PYMES, pequeñas y medianas empresas, su afectación siempre es mayor, al ser menor su infraestructura y, por tanto, su músculo financiero. Habrá que prestar especial atención al desigual grado de supervivencia de estas empresas y a los trabajadores autónomos, lo que puede derivar una fuerte anomalía en la economía.
En líneas generales, este ha sido el comportamiento de las empresas a nivel estrictamente económico.
Pero hay otros comportamientos que hay que poner en valor, muy relacionados con la sostenibilidad y la responsabilidad social. Y es la cantidad de ejemplos surgidos de diferentes empresas y sectores, que se han unido para fabricar material de primera necesidad sanitaria, como son los diferentes EPIS, Equipos de Protección Individual (mascarillas, guantes y ropa de protección), y de material necesario para ampliar el volumen de camas con UCI, Unidad de Cuidados Intensivos (respiradores).
Han surgido desde diferentes lugares de la geografía española, iniciativas en este sentido, y sorprende la variedad de empresas, de sectores diversos, así como la ayuda de otras entidades, incluidas las universidades.
Es un ejemplo claro de lo que denominamos “innovación responsable”, cuya motivación es la de crear productos y servicios para atender necesidades sociales concretas, que pueden suponer nuevas líneas de negocio para ampliar las existentes.
Por otro lado, mencionar la ingente labor de determinadas entidades pertenecientes al “Tercer Sector”, es decir, las entidades sin ánimo de lucro. Su actividad es a nivel local, ayudando a la atención de las personas más más vulnerables, cómo son las personas que no tienen un lugar para dormir, los ancianos que viven en soledad, las personas con discapacidad, las personas con ingresos mínimos, etc. Se ha observado un incremento sustancial de voluntarios para cubrir estas necesidades.
También hay que mencionar a todas las personas o colectivos que han efectuado donaciones para adquirir diferentes elementos vitales para el personal sanitario, ya mencionados. Desde empresarios, hasta deportistas, actores, cantantes, etc.
En el polo opuesto a estos comportamientos altruistas, están los comportamientos oportunistas, cómo son los de personas con capital suficiente para adquirir acciones de diferentes compañías a un valor muy por debajo de su valor real, motivado por las caídas generalizadas de las acciones de las empresas cotizadas, IBEX35 incluido.
Hay que añadir también a las empresas proveedoras de material sanitario que han inflado precios sobremanera. Son comportamientos que, seguro, se evaluarán.
Por último, hay que subrayar aspectos colaterales que las empresas deben tener en cuenta, bajo este contexto excepcional:
- Las TIC: internet y las redes sociales, con información de todo tipo, pero también con bulos o “fake news”. El presente y el futuro de la empresa puede depender de la reputación corporativa y de la imagen de marca, en su acción y actuación en tiempos de la pandemia, y sus lecciones para el futuro.
- El medio ambiente: se observa una disminución de la contaminación sin parangón en las grandes ciudades, las cuales han tenido un confinamiento significativo. Puede afectar al futuro de diferentes sectores en futuros planteamientos de producción menos intensiva, por cambios en actitudes de consumo.
- La digitalización: el teletrabajo, la videoconferencia, la nube, etc., son elementos que cobran un protagonismo en la gestión de muchas empresas. Hay que analizar ahora y en el futuro cómo se puede implementar estas acciones para reducir tiempos y desplazamientos.
- El periodismo online: muchos comportamientos, análisis, reacciones, etc., se llevan a cabo por periódicos digitales que informan en tiempo real de todo lo que ocurre. Se incrementa su valor ya que la población, al estar confinada, tiene más tiempo para consultar sus informaciones.