RSC = RESPONSABILIDAD SOCIAL POR EL CORONAVIRUS – REDEFINIENDO EL PAPEL DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL POR LA PANDEMIA (5/6)

5.- El futuro de la RS&S, Responsabilidad Social & Sostenibilidad: a nivel global

Una vez superada la pandemia, tocará hacer un enorme esfuerzo por relanzar la actividad económica, y los planes de estímulo que pongamos en marcha en este momento, determinarán en un futuro próximo qué forma tendrán nuestras economías, e incluso nuestras propias vidas.

Estos esfuerzos y planes hay que canalizarlos en función del marco global en el que estamos todos comprometidos, como civilización, ya definido desde septiembre del año 2015 por la denominada “Agenda 2030”, que fue aprobada de forma unánime por los países integrantes de la ONU, el organismo supranacional por excelencia.

La Agenda 2030 consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), e implica a todos los actores de la economía: el sector público, el sector privado, el tercer sector, entidades concertadas (público-privadas) y entidades mixtas (público-tercer sector o privado-tercer sector). Las diferentes combinaciones se convierten en proyectos de impacto social y ambiental, pero también de investigación y de conocimiento.

La manera en cómo respondamos a esta crisis de salud pública, tanto de forma global y supranacional como de forma estatal y local, afectará a la forma en que posteriormente respondamos a otras crisis en las próximas décadas, incluyendo la crisis climática y los planes para alcanzar otros Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Los ODS establecen objetivos y metas medibles y cuantificables, referidos a los siguientes asuntos globales: el fin de la pobreza (1), erradicar el hambre (2), promover la salud y el bienestar para todos (3), impulsar una educación de calidad (4), la igualdad de género (5), el agua limpia y saneamiento (6), la energía asequible y no contaminante (7), el trabajo decente y el crecimiento económico inclusivo (8), industria, innovación e infraestructuras (9), la reducción de las desigualdades (10), ciudades y comunidades sostenibles (11), producción y consumo responsables (12), el cambio climático (13), vida submarina (14), vida en ecosistemas terrestres (15), paz, justicia e instituciones transparentes (16) y alianzas para cumplir los objetivos (17).

Ya hemos comentado en un artículo anterior de esta serie que la pandemia está sirviendo de “un banco de pruebas”, pues ante una situación de confinamiento generalizado, la economía se ha resentido, pero han surgido multitud de alianzas para proveer de soluciones sanitarias a los problemas de salud acuciantes por causa de la pandemia.

Y hay que añadir las consecuencias positivas para el medioambiente que ha supuesto disminuir sobremanera el funcionamiento económico, con datos que ya se comentaron en un artículo anterior de esta serie.

Y a nivel global surgen voces, desde científicos, investigadores y docentes titulados universitarios (economistas, sociólogos, filósofos, biólogos, etc.), que postulan que, gracias a esta situación tan extraordinaria, ha llegado el momento de repensar el modo de vida que estábamos llevando hasta ahora como especie.

Ante esta pregunta, creemos que existen dos respuestas, de forma simplificada: hacer como si no hubiera pasado nada, y seguir como hasta ahora, o realizar unos cambios que implican modificar prioridades y esfuerzos.

En la primera versión, seguir como hasta ahora, este efecto puede ser especialmente preocupante si los países más ricos se vuelcan ensimismados en su reconstrucción interna y cierran sus mercados en una involución proteccionista, olvidando a los países vecinos o a los países más desfavorecidos.

Pero si existe un cambio, éste tiene que ser un cambio de paradigma, enfocado hacia una nueva era, la era de la sostenibilidad. Y ya tenemos el rumbo fijado, marcado por la Agenda 2030 (los ODS), ya explicada. Por lo tanto, la guía de actuación la tenemos, ahora sólo hace falta conocer nuestros recursos, nuestras actividades, nuestras habilidades y capacidades y, mediante su combinación estratégica, priorizar para provocar un triple impacto económico, social y ambiental, lo más beneficioso posible.

Y este cambio es posible si tenemos en cuenta aliados tales como la tecnología, la digitalización, el big-data, el blokchain o la inteligencia artificial. Son aliados en el sentido de poderosas herramientas con las que se puede contar para obtener y procesar ingente información que, en la actualidad, es online y cambiante a cada momento.

Cuanta mayor información procesada y testada, mejores decisiones se pueden tomar por los gobiernos para priorizar el desarrollo sostenible. El liderazgo, no obstante, debe asumirlo el sector privado, las empresas, pues supone una oportunidad competitiva el poder alinear e integrar los ODS a la estrategia y gestión de la empresa.

Pero el sector público tiene que poner elementos para que las empresas desarrollen todo su potencial, en este nuevo marco de actuación. A nivel estatal, proponemos los siguientes elementos a potenciar, en función de las materias de RSC que propone la Guía ISO 26000 de responsabilidad social:

Sobre el Buen Gobierno de las empresas: impulsar la conducta ética y transparente (sellos, reconocimientos, contratación pública) y acometer una normativa de protección a denunciantes.

Sobre el respeto a los Derechos Humanos: promover la rendición de cuentas de toda la cadena de valor de la empresa, penalizando el trabajo infantil y forzoso, y tributando en los países en función de su actividad.

Sobre las prácticas con los trabajadores: fomentar el buen clima laboral, la igualdad de oportunidades y de trato, la protección a los denunciantes por acoso laboral y sexual, y la seguridad y salud.

Sobre los temas de los consumidores: impulsar la información veraz, atención adecuada, protección a su privacidad, con normativa adecuada para proteger los derechos de los consumidores.

Sobre la competencia justa: prohibir el soborno y la corrupción en todas sus formas, desarrollar una normativa de regulación de los lobbys, penalizar los pactos de precios sobre los beneficios de los causantes.

Sobre el medio ambiente: promover el uso de las energías renovables, disminuir la contaminación, minimizar la huella ecológica => favorecer la contratación pública sostenible.

Sobre la relación con la comunidad: apoyar actuaciones de impacto social mediante ayudas, subvenciones, financiación y siendo aliado de dichas actuaciones.

Si aunamos estos esfuerzos entre los sectores privado y público, dando a su vez apoyo en forma de alianzas y colaboraciones sostenibles en el tiempo a las entidades del tercer sector, sin duda la contribución a la Agenda 2030 será mucho más efectiva.

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